- MENTIRA INSTITUCIONALIZADA:
Como
característica de la guerra, “la mentira va desde la corrupción de las
instituciones hasta el engaño intencional en el discurso público, pasando por
el ambiente de mentira recelosa con el que la mayoría de personas tiende a
encubrir sus opiniones y aun sus opciones” (Martín Baró, 2000, p 30), es decir, que se
ha convertido casi que de la cotidianidad que los individuos integrantes de la
sociedad mientan, generando una falsa ilusión de la realidad, la cual no se
quiere ver como lo que es por temor a su crueldad.
Entre los muchos
actores que integran a la sociedad, lo natural y más esperable es que el Estado
y todas sus instituciones, se erijan como limite a esas actitudes mentirosas,
pero en realidad la situación no es esa, quienes deberían de propender por
generar confianza son quienes más desleal, abusiva e injustamente actúan.
Lo anterior, ha
encontrado un nicho en nuestra realidad conflictiva, específicamente en el
flagelo de la desaparición forzada, toda vez que nuestra realidad ha
evidenciado como el mismo Estado se ha encargado de ser sujeto activo de esta
conducta. En la historia reciente de nuestros gobiernos, lastimosamente hemos
enfrentado situaciones paralizantes para cualquier sociedad tal como lo fueron
los casos conocidos como “falsos positivos”; situaciones de ejecuciones
extrajudiciales, perpetradas a manos de nuestras fuerzas armadas aparentemente
en connivencia y bajo órdenes del gobierno, en donde se hacían pasar a jóvenes,
campesinos y demás como integrantes de grupos guerrilleros para presentarlos
como dados de baja en combate y dar lo que se conoce como positivos, claro está
ocultando su paradero y siendo arrebatados del seno de sus hogares.
Lo anterior, ha
sido reconocido en distintas sentencias como una política de estado que operó
durante el gobierno del Ex Presidente Álvaro Uribe Vélez, lo cual evidencia esa
mentira institucionalizada de manos de nuestros gobernantes y fuerzas armadas,
que se supone debieran ser quienes protegen al pueblo colombiano, pero en
realidad a través de discursos promueven sus ideologías mostrándose como lo que
en realidad no son y creando un mundo falaz, donde son ellos quienes son
ejemplo palpable de lo paupérrima de nuestra saludad mental como sociedad y
quienes debieran generar confianza, en realidad acosan y generan más letargo en
el desarrollo mismo de los pueblos.
- TRAUMA PSICOSOCIAL:
Resulta
determinante referir que la salud mental se debe ver “…no como la emanación de un funcionamiento
individual interno, sino como la materialización en una persona o grupo del
carácter humanizador o alienante de un entramado de relaciones históricas”
(Martín Baró, 2000, p. 27). Con esto, Baro lo que quiere significar es que ese estado
psicosocial del ser humano, está determinado por la caracterización de las
relaciones sociales que el mismo lleve, es decir, que si se determinan por una
dinámica armónica, pacífica y caracterizada por el amor, sin dunda alguna que
la salud mental será plena y sin ninguna alteración.
Ahora bien, si dicha
salud mental como forma de ser y estar en el mundo, está influenciada por un
ambiente hostil derivado de las relaciones sociales, debe decirse que tal como
ocurría con la situación de guerra en el Salvador, en el particular ambiente de
Colombia esta se encuentra en un grave deterioro. Esto se evidencia, en las
diferentes clases de prácticas perturbadoras que la situación de conflicto ha
dejado en nuestro país, tales como la que es objeto de estudio en este blog,
desaparición forzada.
La salud mental
o trastornos psíquicos, deben enfocarse desde “… una perspectiva que va del
todo a las partes, de la exterioridad colectiva a la interioridad individual”
(Martín Baró, 2000, p. 30), lo cual en ocasiones va a tener secuelas sobre todo el
conglomerado o sobre los individuos específicamente considerados, y
precisamente he aquí lo grave de una práctica muy particular de nuestro
contexto de país como la de la desaparición forzada. Este grave delito de lesa
humanidad, en la práctica y tal como lo han evidencia organismos
internacionales como el CICR, afecta no solo a quien lo sufre sino a sus
familiares por la zozobra de no saber sobre el paradero de su ser querido.
Así pues, “…el que ha sido violentado tiene un mundo y
una comprensión inefable del mundo y del otro, un secuestrado político o
reinsertado guerrillero, tiene un trauma que seguramente diría Martín Baró, no
es sólo un síndrome individual sino político incomunicable a quien no es
político, una herida de país, una herida de comunidad, una herida de palabras
que no son discursos del yo, sino discursos de sociedad convulsa, enferma de
poder y complicada de ideologías” (Martín Baró, 2008, p. 17); similar situación ocurre
con las víctimas de desaparición forzada, se les genera un trauma que no
responde como entidad a una situación de carácter exclusivo individual, sino
que al presentarse con tanta repetitividad en nuestra sociedad, genera un
estado mental en la misma, caracterizado por presentar rasgos de inestabilidad,
inseguridad y desconfianza en el otro, afectando el todo y no solo las partes.
Dicho trauma que se genera, en sí mismo ya se
erige como un trastorno social, ya que existe un “…empeoramiento en nuestra capacidad
de trabajar y amar” (Martín Baró, 2000, p. 32), es decir que se sume la sociedad misma
casi que en una situación de inviabilidad, por no poder seguir avanzado como
conglomerado para buscar un desarrollo común. Esto, precisamente es muy
factible que ocurra cuando una familia como célula de esa sociedad se ve
afectada por un delito como la desaparición forzada, esa intranquilidad mental
los llevará hasta un punto en donde quedarán impedidos desde todo punto de
vista (física y mentalmente) para pensarse a sí mismos su vida, sus
proyecciones y su papel social esencial.
- VIOLENCIA
En la guerra,
“Lo que cuenta ya no es la fuerza de la razón que pueda tener casa
contendiente; lo que cuenta es la razón de su fuerza, de su poder militar, de
su capacidad de golpear y destruir al contrario” (Baró,2000, p.28), con este
aparte Ignacio Martin Baró está señalando como una de las características
fundamentales de la guerra el uso de la violencia por parte de los agentes
participantes en ella con el fin último de destruir a su opositor.
El desarrollo
del flagelo de la desaparición forzada en nuestro país se ha hecho en un
contexto de guerra, en el cual la característica de la de la violencia ha
estado muy presente. Como se indicó anteriormente en un primer momento durante
el desarrollo de la guerra fría, la desaparición forzada se justificó por los
agentes del estado que lo cometieron como un
medio para evitar la proliferación de las ideas comunistas, en esta
época, como se puede analizar las entidades estatales dejaron de lado los
métodos razonables, de dialogo y convencimiento a través del discurso, para
acudir a métodos de violencia como son la desaparición forzada para acabar con
sus opositores que para dicha época eran
los partidarios del partido comunista.
En un segundo
momento, esta práctica también se desarrolló en un contexto de guerra, sin
embargo, ya no de guerra externa como lo fue la guerra fría, sino de guerra
interna, es decir durante el auge del conflicto armado de nuestro país. En esta
época “el recurso a la violencia, que en un momento pudo ofrecerse como
alternativa ultima y provisional, con la prolongación de la guerra se convierte
en un hábito y en respuesta privilegiada”(Baró,2000, p.29) , ninguno de los dos
actores del conflicto se aparta de esta concepción, toda vez que los dos
(Estado y grupos al margen de la ley) hacen de la violencia una práctica
principal y no subsidiaria y lo hacen a través de prácticas continuas de desaparición
forzada, tortura, asesinatos.
Con el uso de
estas prácticas violentas cada actor busca acabar con su contraparte, sin tener
en consideración que con esto lo que está generando es un daño psicosocial muy
grande para la población, toda vez que al la sociedad estar considerando el uso
de la violencia para resolver todo tipo de problemas, ya sean grandes o
pequeños, se está convirtiendo en una
sociedad cuyas relaciones humanas están larvadas de raíz de una práctica que lo
único que genera es daños a la sociedad.( Baró,2000).
- POLARIZACIÓN SOCIAL
Está es
concebida como “el desquiciamiento de los grupos hacia extremos opuestos”
(Baró,200.p.29), es decir que un ámbito de conflicto o de guerra siempre se va
a generar una división entre las partes participantes a lados opuestos, la cual
se extiende a todos los sectores de la sociedad.
En la
problemática que estamos abordando, la polarización social se encuentra
reflejada, en dos bandos, uno de ellos conformado por todo aquel que está en
contra de esta práctica y que se presupone debe estar encabezado por el Estado,
toda vez que es quien está legitimado para proteger los derechos de los
ciudadanos que se ven violentados por prácticas como la desaparición forzada,-
esto sin tener en cuenta que el estado también ha sido un actor ejecutor de
esta práctica- ,y el extremo opuesto a esta postura, el cual estaría conformado
por todos aquellos grupos insurgente, o grupos al margen de la ley que realizan
esta práctica de manera habitual como un mecanismo adecuado para lograr sus
cometidos.
Estos dos “(…)
núcleos ya polarizados buscan y aun exigen la definición de todos en términos
partidistas, de tal modo que no comprometerse con unos es signado como
compromiso con los otros y el no definirse por nadie entraña correr el riesgo
de ser tomado como enemigo de ambos” (Baró,200.p.29), en nuestra población la definición de la sociedad en alguno de los
dos bandos ya se encuentra materializada, una muestra de cómo se da la podemos
obtener de un pequeño análisis de aquellos
grupos al margen de la ley que realizan prácticas como la desaparición forzada,
estos grupos al considerarse legitimados para realizar este tipo de
prácticas por creer que solo a través de
estos medios pueden llegar a cumplir sus fines, consideran que si hay personas o poblaciones
que no estén de acuerdo con este es
porque están en contra del fin al que quiere llegar y por lo tanto es
considerado su enemigo por pertenecer al extremo opuesto y una posible víctima de cualquiera de sus
prácticas.
Sin embargo, esta
polarización social como ninguna de las características anteriormente
explicadas, traen beneficios para la sociedad, por el contrario la convierten
en una sociedad donde no son posibles las interacciones cotidianas por estar
dividida, los valores dejan de tener una vigencia colectiva porque cada lada
contiene sus propios valores incompatibles con los del otro e incluso ya no se
puede hacer referencia a un sentido común en razón a que son los presupuestos
de la convivencia los que están sometidos a juicio. En general, con esto se
está generando un quebrantamiento de los cimientos de la convivencia y se está
proliferando un clima de tensión socioemocional. (Baró, 2000)




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